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  • Colección Gustavo Díaz Ordaz - Fototeca Nacional

    Fotografías

    El 22 de mayo de 1980, Silvia García de Alba de Rojo Lugo, esposa del licenciado Jorge Rojo Lugo, gobernador del estado de Hidalgo (1975-1976 y 1978-1981), hizo entrega de este material a la Fototeca Nacional. Seguramente su origen es la oficina de prensa de la Presidencia de la República. 

    Poblano de origen, Gustavo Díaz Ordaz (1911-1979) era abogado de profesión. Fue presidente del Supremo Tribunal de Justicia, vicerrector de la Universidad de Puebla, diputado federal, senador, Secretario de Gobernación y presidente de la República de 1964 a 1970. Su gobierno fomentó el desarrollo económico de México. Impulsó un plan agrario integral, la industrialización rural y al sector petrolero, así como la infraestructura hidráulica y eléctrica. Durante su gestión se inició el levantamiento aéreo fotogramétrico del territorio nacional, se promulgó la nueva Ley del Trabajo, se otorgó el voto a los jóvenes de 18 años, se emprendió la construcción del Sistema de Transporte Colectivo Metro en la Ciudad de México, y se incrementó el presupuesto destinado a la educación pública. 

    Sin embargo, la dura represión contra el movimiento estudiantil de 1968, que culminó con la sangrienta matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, el 2 de octubre de ese año –poco antes del inicio de los Juegos Olímpicos– ha marcado su gestión. Los materiales registran la cobertura fotoperiodística de las actividades presidenciales, incluyendo inauguraciones, giras nacionales e internacionales, visitas oficiales, reuniones con confederaciones y sindicatos, etcétera. Queda pendiente el estudio de las imágenes de este fondo, el cual está integrado por 7,067 piezas (6,878 negativos y 189 positivos).

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  • Colección Luis Castillo Ledón - Fototeca Nacional

    Fotografías

    Es una de las colecciones documentales más emblemáticas. Se incorporó en el 2008, con 541 impresiones fotográficas estereoscópicas y otras de formato 4 x 5 pulgadas. Imágenes captadas por el fotógrafo Gustavo F. Solís, a solicitud del periodista, historiador y político mexicano Luis Castillo Ledón (1879-1944). Ambos recorrieron cerca de doce mil kilómetros siguiendo el itinerario del cura Miguel Hidalgo y Costilla, durante el movimiento de Independencia por varias entidades del país. Dichas fotografías fueron parte de un proyecto encomendado por la entonces Secretaría de la Instrucción Pública y Bellas Artes, para conmemorar el Centenario de la Independencia.

    El académico nayarita Luis Castillo Ledón realizó el trabajo, entre 1909 y 1910, complementando con un texto que se publicó póstumo: “Hidalgo, la vida del héroe”. Recorriendo a lomo de caballo llegó a poblados y lugares alejados encontrando a veces ruinas de los lugares, pero registrando cada uno de los sitios, como el antiguo obispado de Morelia, la casa grande de Corralejo o la casa donde nació Hidalgo en Pénjamo. Resulta interesante una vista de la ciudad de Chihuahua desde el cerro del Coronel, lo que nos indica que tanto el historiador como el fotógrafo tomaron muy en serio su labor de registro. No podía dejar fuera una toma de la pila bautismal del cura Hidalgo in situ en Cuitzeo de los Naranjos, Guanajuato, hoy de Abasolo. Las piezas fotográficas, en su mayoría positivos en albúmina y otras en plata gelatina, todas montadas sobre soporte secundario; fueron donadas directamente por Beatriz Castillo Ledón de González –hija de Don Luis Castillo León– a la Fototeca Nacional.

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  • Mapas del Archivo Histórico - Biblioteca Nacional de Antropología e Historia

    Mapas

    La mapoteca de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia cuenta con cartografía de los siglos XVII al XX entre mapas; planos urbanos y arquitectónicos; vistas y croquis de muy diversos temas como: históricos, topográficos, lingüísticos, etnográficos, climáticos y arqueológicos, entre otros. Así como de muy diferentes tipos de reproducción: grabados, litografías, cincografías, impresos, manuscritos, fotografías y copias heliográficas y fotostáticas. De estos sobresalen por su antigüedad, importancia histórica y riqueza ornamental, los grabados del siglo XVII y XVIII; y las litografías del siglo XIX. La biblioteca, tanto en su acervo general como en su mapoteca es una de las pocas instituciones que cuentan con cartografía antigua y en la cual se pueden encontrar mapas del México Virreinal que además de ser valiosos por su antigüedad y por la descripción del territorio, lo son también por su contenido artístico ya que en esta época los mapas solían ser sumamente adornados con escenas de la vida cotidiana; con flora y fauna muchas veces fantasiosas; y con ornamentación en títulos y dedicatorias.

    Por ser un acervo especializado en cartografía nacional encontraremos diversos grupos documentales importantes como las Cartas Generales de México, que resguarda mapas originales antiguos (grabados y litografías) que van de los siglos XVII al XIX a través de las cuales pueden estudiarse las modificaciones que sufrió el territorio novohispano conforme se iba descubriendo más territorio; y más tarde, ya independiente, cómo se fue desmembrando. En esta serie se encuentra un mapa antiguo de la Nueva España (1595), único del siglo XVI, que resguarda el acervo. De estas cartas generales encontraremos a reconocidos autores como: Guiljelmus Blaeuw, J. B. Poirson, Pierre Vander Aa; Nicolás Sanson, cuyos mapas fueron muchas veces reproducidos; Guillaume Del Isle, que tuvo una total influencia en la cartografía del siglo XVIII junto con Sanson; Abraham Orterlius, creador del Atlas; y Robert de Vaugondy, heredero de las placas de Sanson; etcétera, por mencionar algunos. Otro grupo documental importante es la cartografía existente sobre la Ciudad de México, estos dan cuenta de las transformaciones que ha sufrido la ciudad a través de los años. Contamos con una copia del primer mapa de la ciudad de México, atribuido a Hernán Cortés, hasta trazas urbanas de 1940. De este grupo documental contamos con cartas de autores clásicos como Giovanni Battista Ramusio, Diego García Conde, Ignacio Castera, Ildefonso Iniesta Bejarano, Carlos Nebel, Antonio García Cubas, uno de los principales geógrafos de México, etcétera.

    También encontraremos mapas antiguos de ciudades importantes como Puebla, Veracruz, León, Guadalajara y Acapulco. Asimismo el acervo cuenta con cartografía producto de la guerra de México con Estados Unidos que reflejan los movimientos militares, posiciones de las tropas y batallas libradas. Existen también mapas manuscritos de la zona arqueológica de Tikal, Guatemala; hechos por dos estudiosos de la zona maya: Tobías Maler y Alfred Tozzer. Otro grupo importante lo conforman las cartas lingüísticas de autores clásicos como: Othón de Mendizabal, Nicolás León y Wigberto Jiménez Moreno. En el caso de mapas topográficos contamos con cartas de gran escala que representan nuestro territorio nacional. Existen dos grupos importantes; uno de ellos son los mapas de la Carta de la República Mexicana a la 100 000a. editados por la Comisión Geográfica Exploradora de las cuales el acervo cuenta con 192 de las 197 que alcanzó a editar dicha comisión, entre los años de 1893 a 1911. De esta misma escala e importancia se encuentran las cartas topográficas editadas por el Departamento Geográfico Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional entre 1949 y 1976.

    Es importante mencionar que el catálogo del acervo contempla también los registros (únicamente) de la cartografía existente en los diferentes fondos de la Biblioteca. Para términos del catálogo, estos registros se agruparon denominándoseles “Colección Biblioteca” que junto con la Colección Histórica de la Mapoteca conforman el catalogo. La ficha remite al acervo, serie o libro en que se encuentran los mapas. En esta búsqueda y registro de mapas existentes en la Biblioteca se tomó como política seleccionar los mapas antiguos tanto de México como mundiales que siguieran la misma línea del acervo. De estos se encontraron y registraron verdaderas joyas de la cartografía; muchas de ellas valiosas intrínsecamente, no sólo por su contenido sino por su antigüedad, belleza y demanda. En total se localizaron y catalogaron 2235 mapas de los siguientes fondos: • Fondo Reservado • Fondo Reservado Folio • Fondo Folio • Fondo Luis González Obregón • Atlas • Y Archivo Histórico. Estos mapas van del siglo XVI al XX. Por mencionar algunos sobresalen del siglo XVI, los mapas de Claudio Tolomeo de 1574; obra clásica del siglo XV; y de Abraham Ortelius de 1585; fundador del concepto de Atlas. Del siglo XVII sobresalen los de Ioanne Laet de 1633 y de Giovanni Battista Ramusio de 1606. Del siglo XVIII, Jean F. de La Perouse, 1793; Antonio de Ulloa, 748 y Robert de Vaugondy, 1762. Del XIX, siglo que se encuentra mejor representado en obras con mapas de Alejandro de Humboldt, 1827; Francesco Marmochi, 1840; Carlos Nebel, 1840; A. Brue, 1830 y M. Duflot de Mofras, 1842, etcétera. Y como ejemplo del Archivo Histórico sobresalen las cartas de la ciudad de México y los mapas que acompañan a los expedientes de la colonización y asentamiento en Texas durante los años de 1823 y 1831.

    Por otra parte, pensando en la preservación del acervo, al mismo tiempo en beneficio de los usuarios; se tomó como política realizar la toma fotográfica de los mapas más antiguos y los más solicitados por los investigadores. Este trabajo se hizo en transparencias de 4 x 5 “; óptimas, tanto para su reproducción como para su posterior digitalización. Con esto, el usuario puede obtener la reproducción del material de su interés de manera digital o en impresión. La preservación del acervo no sólo es a través de la toma fotográfica; si no que también se ha buscado su conservación a través de la estabilización de los mapas. Esta tarea de estabilización consiste en la realización de limpieza superficial y elaboración de guardas libres de ácido que evitan que los documentos se sigan deteriorando. Al mismo tiempo que su presentación y manipulación al usuario es más adecuada y correcta.

     

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  • Colección Cruces y Campa - Fototeca Nacional

    Fotografías

    Esta colección fue creada en 1993, a raíz de una investigación realizada por la historiadora Patricia Massé en torno a la obra de estos autores, ubicada en diversas colecciones de la Fototeca Nacional a modo de facilitar su acceso. Los 1,435 positivos que abarcan de 1862 a inicios del siglo xx, provenían originalmente de las colecciones del Museo Nacional (Culhuacán), Felipe Teixidor y Casasola.

    Cruces y Campa fue una de las firmas más famosas entre el gremio de profesionales establecido en la década de 1860, cuando surgió un novedoso formato para el retrato: la tarjeta de visita, que propició la reducción de costos y una amplia circulación. El estudio fue fundado en 1862 por Antíoco Cruces y el profesor de grabado Luis Campa en la Ciudad de México, primero en la calle de San Francisco y luego en la del Empedradillo, a un costado de la Catedral Metropolitana. La firma se mantuvo durante quince años y posteriormente Cruces se hizo cargo del negocio; sin embargo, todo indica que su ex socio fundó un nuevo estudio, Campa y compañía, que figura en 1903. Mientras laboraron juntos, por sus salones circularon los más destacados personajes de las sociedad y la política mexicana, especialmente los vinculados al partido liberal. Aunque también fotografiaron a la elite del Segundo Imperio.

    Ambos autores estudiaron en la Academia de San Carlos, donde Campa impartió la cátedra de grabado. Esta formación les permitió componer sus obras dentro de los cánones artísticos vigentes, lo que les valió el reconocimiento nacional e internacional, ejemplo de ello es el premio obtenido en la Exposición de Filadelfia de 1876. En sus retratos están presentes los signos de aceptación social de la época, enmarcados en un decorado sencillo que permití acentuar la personalidad de los sujetos con una impresión de naturalidad. Un año antes, anunciaban que a partir de octubre, iban a destruir los “clichets o retratos negativos” que habían conservado por catorce años para dar un nuevo uso a los cristales.

    Algunos de esos retratos les sirvieron para editar con gran éxito una Galería de personas que han ejercido el mando supremo de México, registrada en 1874. Con textos de Basilio Pérez Gallardo, fue un eficaz vehículo para la educación cívica a raíz de la derrota del Imperio y la restauración de la República. También acrecentó su fama la vasta colección de tipos mexicanos, que alcanzó una amplia difusión y que con el tiempo se ha incorporado al imaginario social del país. Ésta se caracteriza por la presencia en el estudio de indígenas y mestizos encuadrados en una cuidadosa escenografía, la cual conducía la representación a los modelos iconográficos de lo pintoresco.

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  • Colección Expedición Cempoala - Fototeca Nacional

    Fotografías

    Conocida como Colección Teoberto Maler, sabemos hoy que este conjunto de imágenes procede de la expedición a Cempoala que, entre agosto de 1890 y abril de 1891, dirigió Francisco del Paso y Troncoso –entonces director del Museo Nacional-, para obtener materiales que serían enviados a Madrid por motivo de las celebraciones del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América. El autor, galardonado con medalla de plata en esa ocasión, fue Rafael García, posiblemente adscrito a la Secretaría de Guerra, aunque debió ser fundamental la visión de Del Paso y Troncoso, conocido aficionado a la fotografía.

    La incorrecta adjudicación a Maler se originó en la extraordinaria calidad del registro realizado por García, también característico del fotógrafo alemán, de quien, por otro lado, se conservan imágenes en otros fondos.

    Cempoala o Zempoala, en Veracruz, es considerada la segunda ciudad prehispánica más importante del estado después de El Tajín, sitio que también fue visitado por los expedicionarios, en 1519, cuando Hernán Cortés y sus tropas llegaron al reino de Cempoala quedaron deslumbrados por la magnificencia de sus edificios, cuyos estucos, decorados con pintura a base de conchas marinas, les hicieron pensar que las pirámides estaban hechas de plata y que se trataba de la mítica ciudad de El Dorado. Cempoala jugó un papel determinante para la caída del imperio mexica, ya que allí indígenas totonacos, que estaban sometidos al yugo de Tenochtitlán, se integraron al ejército de Cortés. Las consecuencias de la Conquista y la epidemia de viruela marcaron su decadencia, y la ciudad fue abandonada en el mismo siglo XVI. El valor del sitio encajaba perfectamente con las vertientes que se privilegiaron en la Exposición de 1892: la muestra de las antigüedades prehispánicas y de la Conquista, vista esta última como fundamento de la moderna nación mexicana.

    Sin duda, la colección proviene del Museo Nacional, y resguarda 807 piezas: 124 negativos originales y 683 positivos, algunos de los cuales son impresiones de época; se trata de un rico espectro de los usos potenciales de las imágenes científicas que abarca de 1890 a 1911. Algunas de las impresiones fueron presentadas en Madrid y otras exhibidas en el Museo, mientras que los negativos se emplearon para ilustrar el ensayo de Jesús Galindo y Villa, “Arqueología mexicana”. Las ruinas de Cempoala y del tempo del Tajín, exploradas por el director del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, en misión en Europa. D. Francisco del Paso y Troncoso”, publicado en los Anales del Museo Nacional, en 1911.

    Es posible establecer una tipología del conjunto de tomas ejecutadas por Rafael García: panorámicas del paisaje, en las que destacan los ríos y poblaciones que visitó la expedición, tomadas con el fin de contextualizar el recorrido; retratos de grupo de los exploradores en las diferentes etapas del trayecto, en ocasiones con sus anfitriones o con autoridades locales; vistas de conjuntos arqueológicos, complementadas con algunos de sus rasgos constructivos u ornamentales; tomas de excavaciones en las que posan trabajadores, expedicionarios y, a veces, algún visitante; detalles de piezas arqueológicas en las ruinas o en las poblaciones a las que fueron trasladas; y, por último, retratos de la población totonaca.

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  • Acervo histórico de miniaturas - Museo Nacional de Historia

    Pinturas

    En Europa, durante los siglos XVI a XIX se llevaron a cabo innumerables pinturas de reducida dimensión, denominadas miniaturas, en México dichos trabajos se manifestaron a fines del siglo XVIII y durante el siglo XIX. Artistas como Miguel Cabrera y José de Ibarra practicaron la pintura de pequeñas dimensiones. El Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec colecciona y custodia alrededor de 240 piezas, en las cuales se representan retratos, vírgenes, santos, escenas y paisajes.

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  • Colección Eduardo Oropeza - Fototeca Nacional

    Fotografías

    Esta colección fue constituida con 155 piezas (5 negativos y 150 positivos) que se encontraban en poder del antropólogo Eduardo Oropeza, e ingresaron a la Fototeca Nacional en 1997. Aparentemente, las imágenes –tomadas durante el primer decenio del siglo XX- son obra de un fotógrafo aficionado que captó con cámara estereoscópica escenas de días de campo, jaripeos y vistas de una casa campirana con sus jardines, así como retratos de familias campesinas. También contiene series rotuladas –quizá obra comercial- sobre Chapultepec e Iglesias de la Ciudad de México, además de vistas, puentes y estaciones de ferrocarril, especialmente de la zona aledaña a Xalapa, Veracruz.

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  • Colección Vicente Luengas - Fototeca Nacional

    Fotografías

    En la segunda mitad del 2012 se integró a la Fototeca Nacional un total de 1,111 piezas fotográficas entre negativos y positivos provenientes de una colección particular. Dicho material lleva el nombre de su compilador, Vicente Luengas; personaje de la época porfiriana que, junto con el Ministro de Hacienda y Crédito Público José Yves Limantour, estuvo a cargo de la Junta Local de Remodelación del Bosque de Chapultepec. La entrega de dicha colección la realizó Lina Luengas, hija del señor Guillermo Luengas y nieta del señor Vicente Luengas. Es una crónica gráfica de la rehabilitación del Bosque de Chapultepec, el ambicioso y espectacular proyecto para las fiestas del Centenario.

    La colección conforma una narrativa visual sobre el tradicional sitio y sus perímetros. El señor Luengas realizó un minucioso registro fotográfico del Bosque de Chapultepec, recreando sus orígenes desde época prehispánica con reprografías bibliográficas de códices y litografías; complementando su trabajo con  imágenes de fotógrafos como A. Briquet, José María Lupercio, C. B. Waite, entre otros. La recopilación fue hecha durante el periodo de 1905 a 1927. Entre el material mencionado, se encuentra un álbum llamado “Historia Gráfica del Bosque de Chapultepec”, que consta con 246 piezas fotográficas que narran puntualmente el antes y después de el sitio. El señor Vicente Luengas Ramírez creó un orden específico en el álbum, separando en ocho épocas los trabajos de remodelación. Las tres primeras presentan reprografías bibliográficas de códices y litografías de época prehispánica, novohispana y finales del siglo XIX. De la cuarta a la séptima época se hace una narrativa gráfica de aspectos del Bosque de Chapultepec: cómo lo recibió la junta y cómo se llevó el proceso de transformación. La octava etapa muestra un registro de lo hecho en el bosque desde la extinción de la Junta en 1914 hasta 1927, dando un panorama general del embellecimiento del lugar.

    Dentro de la colección Vicente Luengas existe también una serie de fotografías estereoscópicas en transparencia de gelatina sobre vidrio, que narran vistas del Bosque de Chapultepec entre los años 1912 y 1914. En ellas se muestra la Calzada de los Poetas, el prado junto al kiosco de la música, la gran avenida a la salida a Tacubaya, vistas del lago, las islas y el Automóvil Club, entre otras. Adicional a lo referente al Bosque de Chapultepec se encuentran en esta colección fotografías sobre: la Ciudad de México, la Basílica de Guadalupe, iglesias, fuentes y calles, así como de múltiples edificios importantes de la ciudad. También algunas vistas de XochimiLco y el embarcadero, las regatas y otras vistas diversas del canal.

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  • Colección Tina Modotti - Fototeca Nacional

    Fotografías

    El 28 de agosto de 1979, Carlos Vidali C., en nombre y representación de su padre Vittorio Vidali, último compañero de la fotógrafa Tina Modotti, donó al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) 94 piezas (84 negativos y 10 transparencias) realizadas entre 1923 y 1930, material que ingresó a la Fototeca Nacional en septiembre de ese mismo año. Assunta Adelaide Luigia Modotti (Tina) nació en Udine, Italia, el 17 de agosto de 1896. A los 17 años emigró y se casó con el poeta y pintor Roubaix de L´Abrie Richey, mejor conocido como Robo, quien atraído por las noticias sobre México que circulaban en Los Ángeles, decidió visitarlo. Aquí murió en 1922 y Tina acudió a su funeral. Fascinada por el país regresó un año más tarde en compañía del fotógrafo Edward Weston, influencia decisiva en su vida y en su trayectoria artística. En la capital, la pareja se integró rápidamente al grupo de artistas e intelectuales que giraban en torno a Diego Rivera y al proyecto cultural revolucionario que parecía echar raíces en México. Ambos exhibieron tanto en la ciudad de México como en Guadalajara, con críticas favorables, lo que fue llevando a Tina a un compromiso mayor con la fotografía. A fines de 1925 adquirió una cámara de formato medio, una Graflex que más adelante quedaría en manos de Manuel Álvarez Bravo. En marzo de 1926, comenzó con Weston el proyecto de fotografiar artesanías y arquitectura colonial para ilustrar el libro de Anita Brenner, Ídolos tras los altares (1929), encomienda que les llevó por Jalisco, Michoacán, Puebla y Oaxaca.

    Hacia fines de ese año, Weston abandonó México definitivamente y Modotti permaneció en el país, involucrada con su quehacer fotográfico y con el proyecto político del Partido Comunista, vínculo intensificado por su relación con Xavier Guerrero, pintor y miembro activo de dicha organización. No obstante, mantuvo un intercambio epistolar con el fotógrafo, la cual permite rastrear sus inquietudes en torno a su trabajo artístico. Su obra comenzó a aparecer en revistas culturales como Forma, Creative Art Mexican Folkways, así como en publicaciones de izquierda mexicanas (El Machete), alemanas (AIZ), norteamericanas (New Masses) y soviéticas (Puti Mopra). Registró la labor de dos grandes muralistas del momento, Diego Rivera y José Clemente Orozco, a la vez que mantuvo amistad con artistas más jóvenes que experimentaban con otros lenguajes plásticos, como del movimiento estridentista. En la segunda mitad de 1928 comenzó su corta relación amorosa con Julio Antonio Mella, comunista cubano exiliado en México. En enero de 1929, Mella fue asesinado y Tina se vio involucrada en las investigaciones sobre el caso. En este clima hostil concretó dos importantes proyectos: viajó a Tehuantepec, donde realizó algunas fotografías que marcaron un giro en su lenguaje formal, que parecía encaminarse hacia una expresión más libre, y en diciembre montó en la Biblioteca Nacional su primera exposición individual. Para tal ocasión escribió una especie de manifiesto que devino en hito de la fotografía en México. En febrero de 1930 fue expulsada del país, acusada de participar en un complot para asesinar al presidente electo, Pascual Ortiz Rubio. Llegó a Berlín, donde intentó trabajar como fotógrafa sin mucho éxito. Partió a Moscú y se incorporó de lleno al Socorro Rojo Internacional, una de las organizaciones auxiliares de la Internacional Comunista. Poco a poco abandonó la fotografía, dedicando todo su esfuerzo a la acción política. En la capital soviética reafirmó su vínculo con Vittorio Vidali (el Comandante Carlos), comunista italiano al que había conocido en México, y con quien compartió la última década de su vida. En 1936, combatió en España en el bando republicano, y, ante la derrota de éste, en 1939, se vio obligada a emigrar nuevamente. Regresó entonces a la capital mexicana, donde murió el 5 de enero de 1942.

    La producción fotográfica de Tina Modotti se circunscribió básicamente a los años vividos en nuestro país, e incluso ha llegado a emblematizar algunos aspectos de la vida del México de entonces. En sus inicios como fotógrafa, privilegió las composiciones de elementos aislados de la vida cotidiana, tal como hacían en ese momento muchos autores de Europa y los Estados Unidos. Estos ensayos le permitieron desarrollar conocimiento del encuadre y de la limpieza en la composición, resultado de un meditado proceso creativo que iba desde la toma hasta el trabajo de laboratorio. Modotti incursionó en la representación de la modernidad arquitectónica y urbana. Posteriormente, su militancia política la llevó al registro de eventos del Partido Comunista y a realizar ensayos en torno a emblemas y símbolos, como la maternidad. Siempre tuvo especial sensibilidad para el retrato, los que efectúo denotan poderosamente la personalidad del sujeto. Marcó, junto con Weston, un rumbo diferente para la fotografía –que adquiriría nuevos matices en la obra de Agustín Jiménez o de Manuel Álvarez Bravo–, y es por ello que ambos ocupan un lugar destacado en la historia de la fotografía en México.

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