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  • Colección Fotografía Estereoscópica - Fototeca Nacional

    Fotografías 

    Al igual que otras colecciones, ésta fue creado para reunir y facilitar la consulta y estudio de las fotografías estereoscópicas dispersas en varias colecciones de la Fototeca Nacional. Este formato fue popular desde mediados del siglo XIX y conoció un nuevo auge a principios del XX. Es posible encontrar diferentes técnicas en su elaboración; de hecho, se empezó a utilizar poco después de la aparición del daguerrotipo, y se llegó a imprimir mediante técnicas fotomecánicas. Su atractivo principal reside en la sorprendente profundidad que proporciona la imagen bidimensional, que parece hacer más real la escena. Esta sensación se genera a través de la superposición de dos imágenes iguales, ligeramente desfasadas. Para alcanzar públicos variados, los fotógrafos solían imprimir en formato estereoscópico y en impresiones únicas la misma imagen.

    Para disfrutar de estas fotografías, es necesario contar con un aparato, el estereoscopio, base de un pasatiempo que tuvo sus inicios en exhibiciones públicas por las que se cobraba la entrada. De un primigenio y sencillo visor se convirtió, en los primeros años del siglo pasado, en un elaborado y costoso artefacto que permitía visualizar mecánicamente gran número de fotos. Pronto ingresó a la intimidad de los hogares mexicanos, generando un repertorio visual con una iconografía amplia, cuyo objetivo era presentar un panorama exhaustivo del mundo. Era una especie de atlas que aunaba a las modernas imágenes de ciudades, escenas de la población local. De tal suerte, es posible hallar en este fondo, compuesto por 665 piezas (611 negativos y 54 positivos), vistas urbanas y rurales, monumentos y aspectos de la vida cotidiana que abarcan de la segunda mitad del siglo XIX a los primeros años del XX.

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  • Colección Familia Álvarez Bravo y Urbajtel - Fototeca Nacional

    Fotografías

    El 31 de agosto de 2004 se recibieron 242 negativos en cristal originales de Guillermo Kahlo (1871-1941), que pertenecieron al gran fotógrafo mexicano Manuel Álvarez Bravo (1902-2002) y que, gracias a la generosidad de su familia, se integraron a la Fototeca Nacional. Según cuenta Colette Álvarez Urbajtel, las placas fueron adquiridas, alrededor de 1968, a un anticuario situado en la calle de Tacuba.

    A lo largo de su vida, don Manuel integró diversas colecciones fotográficas, que ponen de manifiesto su interés por la historia de la fotografía, su conservación y difusión. Donó un primer conjunto de imágenes al Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, y en 1980 empezó a armar una colección para el museo de fotografía que la Fundación Cultural Televisa planeaba realizar. Formó parte de múltiples iniciativas para dar a conocer el patrimonio fotográfico de nuestro país, entre ellas, fue miembro fundador del Consejo Consultivo del Sistema Nacional de Fototecas del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

    La colección de Kahlo, que abarca de 1901 a 1934, complementa el acervo relativo a este autor con que ya contaba la Fototeca Nacional, relacionado con el proyecto porfiriano de registrar los bienes de propiedad federal. Propias de un fotógrafo especializado en arquitectura, la mayor parte de estas imágenes también corresponden a trabajos de documentación de inmuebles, incluyendo los religiosos, pero van más allá de los límites temporales y temáticos de la encomienda del secretario de Hacienda, José Yves Limantour; de manera que cubren un periodo y un rango poco conocido de su obra.

    Puede suponerse entonces que por lo menos hasta 1913, Kahlo siguió trabajando para el gobierno federal en la formación del catálogo. Igualmente, se evidencian las comisiones de múltiples compañías y de particulares, o bien, el trabajo que realizó para enriquecer su archivo personal, lo que le permitía responder a las solicitudes para publicaciones de diversa índole.

    La colección también cuenta con temáticas aparentemente poco habituales en este fotógrafo, como los retratos del presidente Venustiano Carranza y de un anónimo aguador; una panorámica del Zócalo dominado por el movimiento de vehículos, y escenas de comitivas o paseantes, como la del príncipe Adalbert. Asimismo, se encuentran apacibles vistas de Coyoacán y tomas de sitios lejanos a la capital o de difícil acceso, por ejemplo las ruinas de Palenque y Chiapa de Corzo, o Mérida engalanada para recibir al presidente Porfirio Díaz. Resguarda además tomas de diversos museos, reproducciones de pinturas de la Academia de San Carlos, y una curiosa copia de una cascada en el valle de Yosemite, que posiblemente le sirviera de inspiración para las acuarelas y óleos que Kahlo realizó a lo largo de su vida. En síntesis, se trata de una colección que abre nuevas perspectivas de investigación sobre una de las figuras señeras de la fotografía de inicios del siglo XX.

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  • Colección Fotografía Extranjera - Fototeca Nacional

    Fotografías

    En esta colección se conservan 560 piezas (209 negativos y 351 positivos) de donaciones realizadas por autores extranjeros en las décadas de 1970 y 1990. De entre ellas sobresale una exposición de la fotógrafa cubana María Eugenia Haya (1944-1991), Marucha, que presenta una interesante visión de la vida cotidiana en Cuba durante los años setenta. También se puede encontrar obra de Pedro Abascal, Juan Carlos Alom, Rogelio Álvarez, Abigail González, Eduardo Muñoz, José Luis Ney, Ramón Pacheco y René Peña entre otros, parte de la muestra colectiva Cuba: la realidad expectante, presentada con motivo de los veinte años de la fundación de la Fototeca Nacional. De igual manera, encontramos una serie de imágenes realizadas por Margaret Randall y John Spencer. En la colección priva la tendencia documental, con especial atención en las cuestiones sociales.

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  • Serie Piedras que hablan - INAH TV

    Documentales 

    En un esfuerzo por conjuntar el conocimiento arqueológico y la experiencia de producción televisiva, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y Canal 22 unen pasión, vocación y técnica, para poner en la mira de los televidentes, el fascinante mundo de la arqueología mexicana. Descubrir los sitios arqueológicos, a través de la historia de sus exploraciones y develar algunos de los descubrimientos más significativos, son parte de la trama que conforma cada programa. En este viaje al pasado también podremos conocer los criterios y las técnicas arqueológicas, así como el uso de herramientas, algunas utilizadas desde hace décadas y que son indispensables en este quehacer, hasta otras más sofisticadas que implican tecnologías como el escaneo aerotransportado, mismas que acercan al estudioso al conocimiento que persigue.

    Esta travesía de 13 narrativas nos traslada a ciudades antiguas del México precolombino, lo mismo a través de una evocación literaria, que a la crudeza del clima derredor de los vestigios, y que con genio intelectual nos lleva una de las plumas más brillantes de nuestros tiempos, el escritor Juan Villoro. Tras caminatas a través de la selva o el desierto, el arribo a templos por escalinatas cada vez más estrechas y restringidas, el paso por laberintos oscuros que evocan el inframundo o el descenso a cenotes, Villoro va al encuentro de los arqueólogos especialistas de cada una de las antiguas ciudades, y entre su charla, comparten con nosotros cómo fueron develando el misterio y significado de estructuras, estelas o jeroglíficos, y por supuesto el verdadero sentido de los juegos de pelota. De muchas ciudades pareciera que se sabe todo, pero aún de las más estudiadas como Palenque o Teotihuacan se develan, tras cada temporada de investigación, nuevas historias de sus hacedores y del complejo de un pensamiento siempre ligado a la naturaleza y al concepto de lo divino que, en ocasiones, ha cambiado la perspectiva que desde nuestros tiempos hemos configurado sobre los antepasados precolombinos.

    Considerando que México es uno de los países con mayor acervo patrimonial del planeta, se ha convertido en un referente constante e ineludible para la práctica de la Arqueología, por ello la importancia de los documentales arqueológicos. Y no sólo los grandes hallazgos históricos son los que damos a conocer, son también los procesos de diagnóstico, investigación, preservación y difusión del patrimonio, que han permitido fundar una muy sólida tradición arqueológica mexicana. Interroguemos a las piedras y hagámoslas hablar para que nos digan sus más profundos secretos.

    El primer episodio, “Monte Albán, la entrada al cielo” da cuenta del conocimiento de dicha zona desde el siglo XIX y, sobre todo, de las exploraciones a gran escala inauguradas por Alfonso Caso, incluyendo los descubrimientos en la vecina Atzompa. El segundo, “Yaxchilán, la ciudad de la Selva joven” informa sobre las investigaciones habidas en esta zona maya, incluido el descubrimiento de los mensajes de sus numerosos glifos. Incluye comentarios de los arqueólogos Daniel Juárez Cossío y Roberto García Moll. El tercero, “Tajín, la ciudad del relámpago”, resalta la identificación de 17 canchas para el juego de pelota, elemento que permite advertir la importancia que sus pobladores concedieron a este rito como medio para impactar en el movimiento del cosmos. El cuarto, “Toniná, el sueño vertical”, no sólo habla de las exploraciones y de los edificios, sino de la historia de la ciudad, especialmente sus guerras contra Palenque. Incluye comentarios de Juan Yadeun. El quinto, “Templo Mayor, Centro de Centros” ofrece información acerca de las exploraciones en el territorio que antiguamente conformó Tenochtitlán, desde la emprendida por Manuel Gamio en 1914. Se resalta el hallazgo de Coyolxauhqui. Incluye comentarios de Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján. El sexto, “Chichén Itzá, la invasión perpetua”, relata los diversos intentos de viajeros y exploradores por alcanzar dicha zona, así como de la visita de estudiosos del pasado y de turistas año con año. También informa sobre las estructuras de la urbe. Incluye comentarios de los arqueólogos Rafael Cobos, José Huchim y Luis Alberto Martos El séptimo, “Paquimé, Ciudad de Hombres”, brinda información sobre dicha ciudad ubicada en el actual Estado de Chihuahua, así como de la cultura Casas Grande. El octavo, “Cenotes de Yucatán y Quintana Roo, el agua del origen” se informa sobre estos depósitos acuíferos y su relación con los primeros pobladores de la península yucateca, así como de las costumbres funerarias y mitos de los antiguos mayas. Incluye comentarios de los arqueólogos Guillermo de Anda, Helena Barca y Luis Alberto Martos. El noveno, “Calakmul, selva de estelas” se describe la historia conocida de la ciudad, sobre todo con relación a su guerra contra Tikal. Incluye comentarios del arqueólogo Omar Rodríguez. El décimo, “El Cóporo, Plazuelas y Peralta, Caminos de Guanajuato”, brinda información de esas tres zonas en cuanto a sus piedras grabadas y edificios característicos de la zona. Cuenta con comentarios de Efraín Cárdenas, Carlos Torreblanca y Carlos Castañeda. El onceavo, “Michoacán, el reino inconquistable”, expone las características principales de las tres grandes urbes de la región: Tzintzuntzan, Ihuatzio y Pátzcuaro, y de otras como Huandacareo, Tres Cerritos y Tingambato, así como el devenir general de los purépechas. Incluye comentarios de Socorro Landa, Melchor Cruz y Arturo Oliveros. En el doceavo, “Teotihuacan, la Casa del Sol y la Luna” se da cuenta de la principal urbe mesoamericana. En el treceavo, “Palenque, la Moneda de Jade” se revelan datos interesantes acerca de la construcción de la ciudad, de la vida de Pakal y de sus ritos funerarios.

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  • Colección Cruces y Campa - Fototeca Nacional

    Fotografías

    Esta colección fue creada en 1993, a raíz de una investigación realizada por la historiadora Patricia Massé en torno a la obra de estos autores, ubicada en diversas colecciones de la Fototeca Nacional a modo de facilitar su acceso. Los 1,435 positivos que abarcan de 1862 a inicios del siglo xx, provenían originalmente de las colecciones del Museo Nacional (Culhuacán), Felipe Teixidor y Casasola.

    Cruces y Campa fue una de las firmas más famosas entre el gremio de profesionales establecido en la década de 1860, cuando surgió un novedoso formato para el retrato: la tarjeta de visita, que propició la reducción de costos y una amplia circulación. El estudio fue fundado en 1862 por Antíoco Cruces y el profesor de grabado Luis Campa en la Ciudad de México, primero en la calle de San Francisco y luego en la del Empedradillo, a un costado de la Catedral Metropolitana. La firma se mantuvo durante quince años y posteriormente Cruces se hizo cargo del negocio; sin embargo, todo indica que su ex socio fundó un nuevo estudio, Campa y compañía, que figura en 1903. Mientras laboraron juntos, por sus salones circularon los más destacados personajes de las sociedad y la política mexicana, especialmente los vinculados al partido liberal. Aunque también fotografiaron a la elite del Segundo Imperio.

    Ambos autores estudiaron en la Academia de San Carlos, donde Campa impartió la cátedra de grabado. Esta formación les permitió componer sus obras dentro de los cánones artísticos vigentes, lo que les valió el reconocimiento nacional e internacional, ejemplo de ello es el premio obtenido en la Exposición de Filadelfia de 1876. En sus retratos están presentes los signos de aceptación social de la época, enmarcados en un decorado sencillo que permití acentuar la personalidad de los sujetos con una impresión de naturalidad. Un año antes, anunciaban que a partir de octubre, iban a destruir los “clichets o retratos negativos” que habían conservado por catorce años para dar un nuevo uso a los cristales.

    Algunos de esos retratos les sirvieron para editar con gran éxito una Galería de personas que han ejercido el mando supremo de México, registrada en 1874. Con textos de Basilio Pérez Gallardo, fue un eficaz vehículo para la educación cívica a raíz de la derrota del Imperio y la restauración de la República. También acrecentó su fama la vasta colección de tipos mexicanos, que alcanzó una amplia difusión y que con el tiempo se ha incorporado al imaginario social del país. Ésta se caracteriza por la presencia en el estudio de indígenas y mestizos encuadrados en una cuidadosa escenografía, la cual conducía la representación a los modelos iconográficos de lo pintoresco.

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  • Colección Carlos Jurado - Fototeca Nacional

    Fotografías

    En 1984, el pintor y fotógrafo chiapaneco Carlos Jurado (1927) participó en la creación del Museo de la Fotografía en Pachuca, Hidalgo. Con este motivo impartió un taller y realizó tomas que pasaron a formar parte del acervo, junto con otros materiales que generosamente donó. Se trata de 191 piezas (184 negativos y 7 positivos) realizadas entre 1974 y 1984. La colección se incrementó posteriormente en los años 2006 y 2012 con la entrega de 290 negativos del autor tomados con sus múltiples cámaras estenopéicas. Se trata de tomas efectuadas en el interior de su casa en Ciudad de México, de viajes por Francia, Islandia y Nueva  Zelanda. Con formación en artes plásticas, Jurado fue miembro del Taller de Gráfica Popular (TGP), y ha desarrollado una importancia labor pictórica. También ha promovido la utilización de la fotografía estenopeica y los procesos antiguos, aunado al uso de materiales modernos, donde combina su formación pictórica y su interés por la investigación técnica.

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  • Serie Diálogos con el Pasado

    Guías

    Diálogos con el pasado, es una serie publicada por el INAH, en fascículos desplegables; reúne información relativa a los inicios de las exploraciones arqueológicas de Teotihuacán, Yaxchilán, Palenque, Paquimé, Tenochtitlán, Tlatelolco, Tula, Tzintzuntzan, Xochicalco, Los Toriles, Monte Albán, Cacaxtla-Cochitécatl, Toluquilla, El Tajín, Cempoala, Chichén Itzá, Uxmal, Alta Vista, La Quemada, Edzná, Bonampak y la investigación arqueológica en la construcción del Metro. Contiene fotografías tomadas por exploradores y arqueólogos que forman parte de los acervos de la Fototeca Nacional de INAH (SINAFO), de los diversos Centros INAH, de la Coordinación Nacional de Arqueología, entre otros, lo que lo convierte en un documento de primer orden para conocer la historia gráfica de la arqueología mexicana.

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  • Colección José Antonio Bustamante - Fototeca Nacional

    Fotografías

    El 16 de noviembre de 1990, el fotógrafo José Antonio Bustamante Martínez (1893-ca. 1898) cedió a la Unidad de Publicaciones Educativas de la Secretaria de Educación Pública los derechos de uso de su material para la edición del libro El Gran Lente (1992), de Alfonso Morales. Posteriormente las 18,865 piezas (16,043 negativos y 2,822 positivos) fueron donadas al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y se integraron a la Fototeca Nacional.

    Es realmente extraordinaria la historia de este archivo fotográfico, rescatado de las ruinas resultantes de los sismos de 1985 en la Ciudad de México. Bustamante se hizo fotógrafo al término de la Revolución Mexicana. Primero recorrió plaza, ferias y rancherías en Aguascalientes, San Luis Potosí y Zacatecas, como ambulante. A principios de la década de 1930 fundó en Fresnillo, Zacatecas, el estudio El Gran Lente, en honor del lente de foco largo que usaba para los retratos de grupo. En ese lugar, Bustamante registró la vida íntima y colectiva de los lugareños hasta finales delos años cincuenta, a la vez que vendió cámaras y materiales fotográfico. Además de los retratos de estudio, registró eventos familiares, fiestas y escenas en exteriores. Finalmente se trasladó a la Ciudad de México en 1962, estableciendo su estudio en la avenida San Juan de Letrán, hoy Eje Central Lázaro Cárdenas. Allí dio servicio hasta mediados de los setenta, realizando retratos –especialmente de trabajadores– y, según él mismo relató, “fotos de desnudos”. Este conjunto de imágenes que abarca de 1920 a 1970 permite adentrarse en la práctica de un fotógrafo sin mayores pretensiones artísticas, por cuyo estudio desfiló la clase media y trabajadora provinciana y capitalina del país.

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  • Acervo histórico de miniaturas - Museo Nacional de Historia

    Pinturas

    En Europa, durante los siglos XVI a XIX se llevaron a cabo innumerables pinturas de reducida dimensión, denominadas miniaturas, en México dichos trabajos se manifestaron a fines del siglo XVIII y durante el siglo XIX. Artistas como Miguel Cabrera y José de Ibarra practicaron la pintura de pequeñas dimensiones. El Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec colecciona y custodia alrededor de 240 piezas, en las cuales se representan retratos, vírgenes, santos, escenas y paisajes.

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