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Diario del sitio de Puebla
de Carlos Casarín


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IV. Las secuelas del Diario

La finalidad original de este libro fue dar a conocer el Diario del sitio de Puebla de Casarín. Sin embargo, la abundancia de referencias visuales que encontramos alrededor de este acontecimiento nos condujo a utilizar no sólo el texto y su contexto histórico, sino a incorporar la gráfica, la fotografía y la cartografía que muestran las posibilidades plásticas y documentales, así como los límites de las herramientas visuales de mediados del siglo XIX. En esa centuria se fue haciendo usual la crónica cotidiana de las noticias del mundo, a veces ilustradas con grabados y litografías que interpretaban los hechos, operación que no era solamente política o social, sino de orden visual. Además se editaron planos que situaban geográficamente los acontecimientos, así como álbumes o series fotográficas que los representaban mediante el retrato de los actores principales o vistas de los escenarios. Sin embargo, la tecnología todavía no permitía las tomas directas de las acciones, especialmente las bélicas. Por otra parte, la gráfica aún obedecía los cánones compositivos establecidos a través de las enseñanzas académicas, y la cartografía no respetaba siempre los parámetros científicos. De cualquier forma, para nuestros antepasados decimonónicos todos estos medios implicaban la circulación de información con una rapidez impensable hasta entonces.
A pesar de la tragedia que se vivía en esos momentos, la narrativa de Carlos R. Casarín resulta amena por los comentarios incisivos que nos recuerdan la prosa acostumbrada en La Orquesta, la publicación que ayudó a crear y que juega con el lenguaje escrito y visual, elaborado a través de alusiones, chanzas e ironías. Si bien Casarín evita mencionar el nombre del dirigente que cuestiona, proporciona el cargo, haciendo evidente la identidad del general Jesús González Ortega. Así, transmite la impotencia de los mandos medios del ejército mexicano que no llegaron a comprender desde la trinchera la estrategia del comandante en jefe, el triunfador de Calpulalpan en 1860 y opositor de la relección del presidente Juárez en 1865.
Como facetas de un mismo suceso, los textos y las imágenes entrelazan un relato. Se confrontan apuntes de diarios personales con elaboradas representaciones construidas desde la perspectiva conservadora poblana, la visión imperialista del Estado francés más cercana a una posición liberal, y atisbos del liberalismo en su versión nacional. No son sólo puntos de vista, sino posiciones políticas, compromisos de vida que marcarán el derrotero de la nación en los cuatro años sucesivos y quizá, sobre todo, signaron la vida de miles de mexicanos, truncaron historias, relaciones familiares y lazos de amistad. Podemos sólo imaginar lo que despertó la presencia del variopinto ejército imperial (franceses, marroquíes, argelinos, etc.), con sus tonos de piel y costumbres tan distintos de los de la Puebla conservadora, y qué decir de las vidas de esos hombres enganchados en las tropas napoleónicas. Es ésa la realidad de la guerra, como por desgracia corroboramos todavía.
En esta mezcla de medios, es notoria la “contaminación” de las tecnologías. El grabado había persistido hasta mediados del siglo XIX como vehículo necesario para la divulgación, por lo que la fotografía sirvió con frecuencia como modelo para la elaboración de escenas por parte de los grabadores y litógrafos que desconocían los ambientes y sujetos representados. Las imágenes resultantes podían ser incluidas en libros y publicaciones periódicas, a diferencia de la fotografía, que sólo hacia finales del siglo pudo incorporarse a la prensa. Hoy apelamos a otra tecnología para la consulta rápida y pormenorizada de textos e imágenes que facilitan la indagación histórica.
El Diario de Casarín alude a un hecho determinante para la historia del país —la derrota del ejército liberal— que la historia oficial ha dejado de lado; así, en este trabajo intentamos dar vida y contexto a las palabras de uno de los tantos protagonistas de la lucha. Lo planteamos como un reconocimiento a todos aquellos combatientes anónimos que participaron en la defensa de la nación. Es una invitación a la catalogación y la apertura de archivos que quizá nos brinden otros testimonios escritos o visuales que amplíen las perspectivas sobre el sitio de Puebla en 1863.